Levantaba del resurgir de mis despertares a los pensamientos que agolpaban la culpa de mi pecho,
Que sobresalían de mis ojos en forma de un corazón invertido y roto.
Los segundos de las horas de los días que transcurrían durante mi vida y los perdía aún necesitándolos con anhelo.
El vacío se cernía sobre mi,
Y me envolvía.
Siento el retumbar de la culpa cerniéndose sobre mí como un tsunami, cada vez con más fuerza y yo cada vez más débil.
Cuando lo recuerdo me duele, e intento olvidarlo pero es inútil y cada vez lo sigue siendo más. Siempre se me quedará grabado el acto que provoco lo que ahora mismo está pasando.
Porque es mi culpa.
Ahora no hay nada que hacer. El tiempo no tiene dueño y eso es mi condena. Tengo un reloj que ni siquiera se puede dar cuerda a si mismo y sólo cuando me siento con fuerzas lo vuelvo a arrancar de su somnoliento silencio. En estos momentos se haya parado, y no tengo intención si quiera de ver la hora en la que se detuvo.
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