lunes, 6 de abril de 2009
El tiempo no espera a nadie
A veces me encantaría ser un soldado para que así pudiera controlar el tiempo; mantenerlo al margen de lo imposible y aprovecharlo. Cuántas veces me habré dicho a mi misma: Ojala pudiera dar marcha atrás en el tiempo. Y encima, es un sueño lejano. No es imposible; puedo soñarlo, ¿no? Pero supongo que no me conformo con sólo eso; es cierto que no me basta pensarlo. Necesito hacer esa acción. Necesito hacerlo; hacer el tiempo mío.
Pero esta no es de esas veces.
Es verdad que lo hubiera querido hacer, como hace unos instantes. No es bueno desearlo, lo aconsejaría si así fuera lo que debiera hacer. Pero como no soy el conductor del tren, ni programo la hora en cada lugar… Por eso, sería mejor dejar el tiempo donde está.
No deseo saber qué se siente al rozar ese poder, o quizás si. Aún así, no niego que las cosas serían maravillosas: se podría repetir mil veces un fin de semana y estar pensando que estas de vacaciones cuando solamente estás haciendo segundo de bachiller y todavía no has terminado. He tenido deseos peores, aunque espero que no se cumplan ninguno; si se cumpliera la irracionalidad del hombre cada vez que pensamos ya estaríamos todos acabados. No por nada, simplemente me da la sensación de que nuestro odio pasa los límites de la locura humana.
En ocasiones he querido creer que la imaginación fuera la reina del reloj de nuestra vida, que la realidad fuese otra cosa diferente a la que es.
Es cuando sientes un sentimiento tan vivo que necesitas expresarlo y plasmarlo en lo que sea que tu quieras en ese momento. Te sientes feliz y eso te mueve; te empuja a lo que s anhelas. Pero eso son sólo instantes de segundos, según mí parecer. El tiempo es la misma sensación de fuerza y energía pero simplemente no se plasma; acontece, pasa, ocurre,…traspasa y se sigue escapando hasta el infinito.
Como iba diciendo, es nuestro reloj el que está corriendo de tiempo.
Ahí queda la cosa.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario